18 de febrero de 2009

Tu hijo, tu reflejo.




Muchas veces culpamos a nuestros hijos por sus faltas, pero antes de ello nosotros como padres deberíamos pararnos a pensar sobre nosotros mismos. Pensar en las cosas que hacemos y lo que decimos... pues es fiel reflejo de lo que nuestros hijos harán y dirán. Nuestros hijos son como la esponja, lo absorben todo. No les recriminemos por lo que son, pues seguramente nosotros seamos así. Por eso si verdaderamente queremos que nuestros hijos cambien, deberíamos preguntarnos si no seríamos nosotros los que tendríamos que cambiar primero.
Francisco J. Gil

3 comentarios:

  1. Muy cierto.
    Buen blog y me dió gusto visitarte.
    Gracias por haber pasado por el mío.
    Saludos.

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  2. gracias por tu comentario. el texto que escribi, se inspiro en un amigo mio que murio hace unos dias. quizas sea un poco duro, y triste, pero creo que en el fondo es lo que no debemos hacer. gracias por tu comentario.
    panchuss

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  3. María Angélica, gracias por visitar mi casa.

    --ooOOoo--

    Panchuss, se nota que te afectó mucho esa gran perdida en tu vida, pero la vida sigue y hay que tirar del carro. Con mi frase intenté animarte un poco. En cierto modo me recordó a las frases típicas de Groucho Marx. Con respecto a las lágrimas que comentas en tu poema, de alguna forma le valen a los muertos y a los vivos a los muertos porque si son sentidas, son lágrimas de gratitud por todo lo que te dió en vida y a los vivos porque reconforta al alma.
    Saludos.

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